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HOMILIA III DOMINGO DE ADVIENTO A 2010
Ser cristiano no consiste en hablar. Al hombre no se le mide por lo que habla, sino por lo que hace. Hay quienes hablan mucho y no hacen nada. Hay quienes hacen mucho y hablan poco. Vale más un corazón sin palabras que palabras sin corazón.
Al naranjo, sin hablar, se le conoce por su madera, sus hojas, sus flores y sus frutos.
Al buen carpintero lo conozco no por lo que dice, sino por sus obras.

Ser cristiano no es sólo “saber” mucho de la Biblia, “saber” mucho de Dios, etc. Hay analfabetos que son unos verdaderos santos y hay sabios que son unos verdaderos ignorantes del amor de Dios.

Cuentan que un hombre, ya mayor, casado, se convirtió y se bautizó. Por lo visto, todavía no estaba bautizado.
Un compañero de trabajo, también sin bautizar, un día le preguntó, en tono de burla: «Si te hiciste cristiano, dime quién es Cristo, dónde nació, dónde vivió, dónde murió».
El pobre convertido era analfabeto y no podía responder a tantas preguntas, pero le contestó: «Mira, yo no tengo cabeza para aprender tantas cosas como tú me preguntas. Pero te puedo decir que, antes de bautizarme, yo era un borracho, maltrataba a mi mujer, los hijos me tenían mucho miedo; cuando llegaba a casa borracho, los hijos se echaban a llorar y se escondían. Desde que me convertí, no me he vuelto a emborrachar, no he vuelto a maltratar ni a insultar a mi mujer, y los hijos ya no me tienen miedo, sino que me quieren mucho».

Hermanas y hermanos: Igual que a esta atleta, Marta Domínguez, al final se la conoce por sus obras (dopaje), al cristiano también se le reconoce por su conducta, por su comportamiento. La gente no dice que seas un buen sacerdote, un buen cristiano porque seas muy inteligente y con tu sabiduría le trasmites a Dios, sino que eres bueno y por tu bondad trasparentas a Dios.

Juan el Bautista estaba en la cárcel porque, cuando los que mandan son poderosos, arrogantes, los buenos tienen que ir a la cárcel. Desde allí envió a dos discípulos a Jesús para preguntarle si era él el Mesías, es decir, el Salvador que iba a venir al mundo y del que hablaban las páginas de la Biblia. Fue entonces cuando Jesús no les presentó palabras, les presentó … obras: daba vista a los ciegos, daba oído a los sordos, acogía a los pecadores, y todas sus preferencias eran por los pobres. Como debemos ser también nosotros, verdad.

Cristo tuvo, sobre todo, obras , pasó por el mundo haciendo el bien.

Ser cristiano no es prometer, ni es protestar, ni es reclamar, aunque tenemos que protestar contra las injusticias y tenemos que reclamar lo que nos pertenece. Ser cristiano es, sobre todo, remediar; es tender las manos.

Cuentan que un hombre vio en la calle a una niña aterida de frío y hambrienta. Este hombre se enfadó con Dios, diciéndole: «¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para remediarlo?».
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche aquel hombre oyó una voz que le decía: «Ciertamente he hecho algo. Te he hecho a ti ».
Hermanos, hace 2000 años Dios cumplió su promesa, se dejó de palabras, envió a su Hijo a nosotros, a nuestras mentes, a nuestros corazones, a nuestras familias, a nuestros pueblos. En este tiempo de adviento celebremos que Dios ha entrado en nuestro corazón para quedarse, pensemos en nuestras obras, demos gracias a Dios por habernos hecho generosos, comprometidos, bondadosos, personas que le decimos sí, como María, hombres y mujeres de que confiamos en El. Y pidámosle que cada día seamos más todavía, pero más no de palabras, sino de obras.
HOMILIA FIESTA DELA INMACULADA 2010 A
Dios no avasalla, no se impone,… "propone". Propone a “mediadores” humanos para que ellos nos ayuden a que nosotros nos encontremos con El, con Dios.
Y María fue una de esas mediadoras, que dijo "sí" a la propuesta de Dios.
María no pide tiempo para asegurarse haciendo una consulta familiar; en cuanto sabe que es voluntad de Dios, pronuncia un "sí" rotundo, con el que el Hijo de Dios se "a-vecina", se hace vecino de los hombres, nace entre nosotros. Así, “de puntillas”, a través del seno de una joven humilde, entra Dios en la historia humana.
Y desde entonces, todos los que amamos a Dios, los que vivimos cada día como El guía nuestras vidas, sentimos en lo más hondo de nuestro ser una palabra para María: GRACIAS.

María aceptó al hijo,… pero sin apropiarse jamás de él. Engendra al hijo y lo alumbra “para darlo”, para estar ella misma a su lado colaborando en su proyecto liberador.
Desde entonces, como María, cada comunidad, cada familia, cada cristiano llevamos dentro a Cristo. Pero no para que sea exclusivamente "nuestro" Salvador, ni como un sagrario inerte, sino como luz y fuerza que hay que “comunicar a los demás”.
Quien tiene a Cristo sólo para sí, en realidad no lo tiene. Porque quien lo tiene dentro de sí, se siente impulsado a comunicarlo a los demás, se vuelve "cristóforo".
De la misma manera que respetó la voluntad de la que había de ser su madre para humanarse y esperó su "sí", del mismo modo espera el "sí" de nuestra libertad para llegar a otros y transformar sus vidas.
Hay que decir que Dios respeta la libertad de los hombres casi hasta el escándalo de las catástrofes, de los 60 millones de muertos de hambre cada año por nuestra pasividad. Por el contrario, muchos millones de seres humanos han podido nacer, han podido seguir viviendo, han resucitado a una vida digna, han llegado a la fe, se han encontrado con Cristo, porque ha habido "cristóforos" como María que les hemos acercado al Señor.
¡Cuántas cosas y qué transcendentales dependen de nosotros! Tu marido o tu esposa, tu hijo o tu hermano, tu cuñado o tu primo, tu familia, tu compañero de trabajo, se quedarán sin Cristo, si tú no le dices "sí" y te prestas como María a ser mensajero de su persona. Nuestro barrio, nuestro entorno laboral, zonas de la sociedad en que vivimos quedarán sin luz, si las comunidades cristianas no son mediadoras de salvación para los demás.

Dios sigue enviando mensajeros para comunicarnos su voluntad; lo que hace falta es tener el espíritu despierto para reconocerlos: Cuando veo o escucho un testimonio aleccionador y siento admiración, cuando descubro en los miembros de mi grupo o comunidad cristiana gestos y actitudes de generosidad y me viene de dentro una voz que dice: "¡qué bueno sería hacer algo semejante!"... el testigo que me interpela es un ángel del Señor.
El libro religioso que he cogido entre las manos y que despierta inquietudes en mí y me propone caminos nuevos, una reunión en la que han surgido iniciativas... pueden ser mensajeros del Señor.

Adviento es realizar un lavado de oídos para escuchar al Señor, que a través del ejemplo de María, nos llama a ser mensajeros de su palabra viva, sabia, amorosa, salvadora.

Oremos como enseñó Francisco de Asís: "Que donde haya tinieblas, yo ponga “tu” luz. Que Jesús nazca en algún corazón. Así, Navidad será un verdadero nacimiento y no una mera conmemoración.